[Es un capítulo --"La
maldición de la viruela" (The Smallpox Curse)--, de otra
serie de televisión de la National Geographic Society (ya se ha incluido tres transcripciones
de sendos capítulos de la serie arqueológica "Buscadores de tesoros"),
esta sobre las epidemias, titulada "Plagas - El fuego
invisible" (Plagues - The Invisible fire), visto el 19 de junio del
2.001.
En la Antigüedad
se llamaba "fuegos invisibles" a las pestes, por ser males que
atacaban sin que se viera ninguna causa aparente.
Los comentarios
son de 1) dos sobrevivientes, uno de ellos indio e hindú, llamado Ray Ramaya (Raj
Ramaya), el otro también indio, o
paquistaní o de Bangladech (o Bangladés [Bangladesh]), con un nombre
musulmán, Mojámed Bachir Ajmed (Mohammed Bashir Ahmed), cuya foto
mostraron al final, con su nombre y una leyenda que decía que murió en tal
fecha (aparece ya anciano en el documental), creo que en 1.999) y 2) cinco
médicos, que son William Foege y D.A. Henderson, que hacen casi todos los
comentarios, y tres que el narrador identifica directamente, uno de ellos Ken
Alibek, un investigador soviético que trabajó en Vector (en el rótulo de un
frasquito de laboratorio aparece en caracteres cirílicos: BEKTOP), una unidad
de investigación biológica en Siberia.
ADVERTENCIA: Hay
pasajes con descripciones explícitas que pueden ser tan perturbadores como
ojear un texto médico con fotografías en colores de casos severos y queda a
criterio del lector que le convenga o no continuar.]
Virus, viruela,
fiebre amarilla, Ebola, V.I.H., tuberculosis [siempre comienzan así los
capítulos: aparecen esos nombres, se mueven y desaparecen mientras el narrador
los menciona, luego viene el título de la serie]: "Plagas - El fuego invisible".
[El primero de
los sobrevivientes:] "Sentía mi cabeza muy caliente. Debía [de] tener una temperatura de 43
grados."
[El otro:]
"…y mi cuerpo olía a carne quemada. ¡Era tan doloroso!"
[El
primero:] "Tenía costras en todo mi cuerpo, miles y miles
de costras."
[El
segundo:] "Yo gritaba: '¡Fuego!' Mi esposa decía: '¿Dónde está?' …y yo contestaba: '¡En mi garganta!' "
[El primero:] "La mayoría murió, algunos quedaron ciegos, y muy pocos, como yo,
sobrevivimos."
"La maldición de
la viruela" [El narrador lee el título del capítulo, que aparece ahora
en pantalla.]
Fue llamada "el
Gran Fuego", "el Ministro de la Muerte": la viruela. Ninguna enfermedad en nuestra historia ha
dejado cicatrices más profundas , ninguna enfermedad ha sido más
letal, o más implacable. [Esto
contradice una afirmación que había aparecido dos decenios antes en un informe
sobre los mosquitos en el número de septiembre de 1.979 de la revista que
publica la misma gente de la serie de televisión (p. 431): Throughout
history malaria probably has taken more human lives than any other
disease. ("En el curso de la
historia la malaria probablemente ha acabado con más vidas humanas que
cualquier otra enfermedad.")] Durante
miles de años, en cada nación de la Tierra, la viruela ha cobrado cientos de
miles de vidas. Esta es la historia de
un terrible virus y de un inmenso triunfo de la medicina. La viruela es la única enfermedad a la que
hemos podido derrotar, el único virus al que hemos conquistado [pero no
destruido, por la desconfianza de las naciones que poseen armas biológicas y se
niegan (por lo menos dos de ellas, que se sepa) a destruir sus muestras del
virus, como explican en los próximos dos párrafos, y no es porque se quedarían
sin la materia prima para seguir haciendo vacunas, porque en el caso de la
viruela no se usa su virus sino el de la viruela del ganado vacuno, como también
se explica luego]. La historia de la
viruela es un poema épico que atraviesa continentes y siglos. Es una historia del pasado…al menos eso
parecía, hasta hace poco.
Siberia, en la
Federación Rusa. Los Laboratorios Vector
una vez fueron el centro soviético para la investigación de armas
biológicas. Dentro de estos salones
asegurados por estos corredores hay suficiente viruela para infectar a cada
hombre, mujer y niño en el planeta. Aquí
la investigación con el virus letal continúa.
Este es uno de los dos únicos depósitos de viruela autorizados [por
la O.M.S., supone uno] en el mundo.
El otro está en los Estados Unidos, en el Centro Para el Control de
Enfermedades [Centers For Disease Control and Prevention, como
aparece el nombre en un aviso afuera de una de las sedes].
Lo que preocupa a
científicos rusos y estadounidenses hoy en día no es lo que hay dentro de estos
edificios: es lo que no está. Se presume
que naciones hostiles, incluso grupos terroristas, han obtenido ilegalmente
muestras de viruela y han almacenado el virus para un posible uso como arma
biológica terrorista. Aun la liberación
de una pequeña cantidad del virus sería catastrófica. Un solo caso de viruela significaría una
emergencia mundial. Actualmente nadie es
inmune a la viruela. Nadie que esté por
fuera del Ejército [¿de los Estados Unidos o también el ruso?] ha sido vacunado contra esta enfermedad
desde 1.979, y no existe cura.
No hace mucho que el
mundo conoció estos síntomas muy bien: los diminutos puntos rojos que se
convierten en ampollas y vejigas, la piel que se hincha con pus y se oscurece con
costras. Este es el rostro de la
viruela.
[Repiten la
afirmación que rebaja la malaria o paludismo del primer al segundo
puesto:] Se cree que ninguna otra enfermedad infecciosa en la
historia ha matado [a] más personas,
incluyendo la peste negra [traducción literal de black plague, peste
bubónica, que mató a la tercera o cuarta parte de la población europea en el
siglo XIV]. Variola major: el
más virulento de los virus conocidos, y aun así tan pequeño que tres millones de
ellos agrupados uno al lado del otro sólo cubrirían la punta de un
bolígrafo. Es letal, y se transmite por
vía aérea. Cuando una persona infectada
habla sus partículas viajan a través del aire y respirar estas partículas es lo
único que se necesita para contraer la enfermedad. Luego de un período de incubación de 15 días
infecta la sangre. Empiezan la fiebres
altas y los dolores de cabeza y musculares.
[Existía una
variedad más benigna y menos común, Variola minor, responsable apenas
por 10 por ciento de los casos, y con una tasa de mortalidad de 1 por ciento,
mientras que la de la otra era aproximadamente de un tercio de los
pacientes. En los vacunados se podía
presentar la forma del mal llamada variola sine eruptione, viruela sin
brote cutáneo, con fiebre, y que podía diagnosticarse únicamente con un examen
de anticuerpos. Esto se aproxima al
fenómeno del "portador sano", la persona infectada por un agente
patógeno sin que manifieste ningún síntoma, indefinidamente, lo que indica que la
presencia de dicho agente es condición necesaria para el desarrollo del mal,
pero no suficiente. ¿Dónde deja eso a la
teoría microbiana de Pasteur? (La
medicina convencional evade el asunto, pero como con eso no puede hacerlo
desaparecer se ve obligada a hacer algo al respecto, que es manejarlo recurriendo
al concepto de "la enfermedad de infección y reactivación", que
menciona un médico en la transcripción del capítulo sobre la tuberculosis de la misma serie que será incluido luego del próximo tema.)
La causa de los
males "infectocontagiosos" y de otros tipos habría que buscarla en
otra parte, y sería siempre un debilitamiento de las defensas del organismo,
que a su turno obedecería a alguna de una serie de posibles causas, como la
malnutrición o las conmociones emocionales.
Los médicos han notado como se puede presentar un episodio de cáncer
justamente cuando el paciente queda en la ruina financiera al fracasar sus
negocios, o fallece una persona que apreciaba mucho.]
[Dr.W. F.:] "Ves a los pacientes. Están
atentos. Obviamente tienen dolor. Se sienten miserables. Al caminar por el hospital puedes decir
quienes van a sobrevivir y quienes van a morir.
Hay un olor penetrante y agrio, nada parecido a lo que hayas olido
antes. Por eso sabes que es
viruela. Un médico inglés me dijo,
'Nunca quiero volver a una ronda de estas', y estuvo años en Africa
tratando toda clase de enfermedades diferentes."
Mojamed Ajmed
contrajo la viruela en la India cuando tenía 31 años. Recuerda los síntomas perfectamente. "Julio del '57. Había ido a visitar unos parientes a la
ciudad, tuve una fiebre, me acosté en la cama y no pude levantarme por muchos
días. La fiebre aumentaba. Creo que unas 12 o 13 horas después
aparecieron unas ampollas blancas en mi cuerpo, por todo el cuerpo, y cuando
crecieron se juntaban unas con otras de tal forma que el cuerpo parecía una
gran ampolla. En todo el cuerpo la
hinchazón era tan grande que no podía abrir los ojos más que el ancho de una aguja. No sólo eso: las ampollas de la viruela
salían por mis uñas. ¡Era tan
doloroso! Me debilité tanto que yo mismo
no podía ni mover mis dedos. No era
capaz de mover mi mano para darle la vuelta, o mover mi cabeza a la derecha, o
a la izquierda. Lo decía en voz baja y mi
esposa me entendía y ella movía mi cabeza como yo quería, a un lado o al
otro. También se imaginaba que yo estaba
cansado de estar acostado de una u otra forma.
Ella me acomodaba lentamente para que yo descansara. Ella tenía 18 años en esa época. Llegaron cuatro doctores a la vez y se
pararon cerca de la puerta. Tres de
ellos se negaron a entrar a la habitación al ver mi condición. El cuarto doctor me dijo: 'Nunca había
visto a un paciente de viruela tan grave.' Puso su mano sobre mi pecho y dijo: 'Su
corazón se está deteniendo. Si hay algo
en su religión para leer antes de la muerte debe empezar a leerlo.' Me tomó unos tres meses volver a la
normalidad. Me asomé a la ventana y vi
el sol: '¡O Dios! ¿Los árboles son así
de verdes? ¡O Dios mío! ¿Son las flores así de hermosas?' Todo me parecía nuevo, como si hubiera
llegado de otro mundo."
Mojamed sobrevivió
gracias a que su corazón y su sistema inmunológico eran fuertes, pero otros no
fueron tan afortunados. En estas
víctimas el virus atacaba los órganos internos en una sucesión rápida. Algunos fallecían por envenenamiento de la
sangre [lo que en medicina llaman "septicemia"], otros por
ataque cardíaco, pero la mayoría se enfrentaba a una hemorragia masiva en los
pulmones [como en los tuberculosos] o en los intestinos o morían por las
infecciones secundarias que atacaban las llagas de la piel. En esta etapa la muerte sobreviene en el
curso de tres a cinco días.
Así como la viruela
destruía los individuos, también devastaba poblaciones enteras. [Henderson o Foege:] "La viruela cambiaba el equilibrio
del poder en pequeños grupos, familias y también en naciones completas, así que
ha influído mucho a través de la historia." [Lo mismo se dice del SIDA, que está
devastando a las clases gobernantes y las economías nacionales africanas al sur
del Sahara (Sajara).] Hace más de
tres mil años se registró la primera epidemia de viruela que atacó Egipto y lo
que hoy es conocido como "Siria".
El Faraón Ramsés V murió a causa de la enfermedad en el año 1.157 a.C. Su momia aún tiene las cicatrices. Pronto las epidemias se regaron por el
Oriente Medio. Habiendo empezado la
viruela a viajar nada pudo ya detenerla.
Desde Asia, Africa y el Mediterraneo siguió las largas rutas del
comercio, primero hasta Grecia y Persia y luego al resto de Europa, asolando
todo el Viejo Mundo en el siglo II d.C. Golpeó
Europa en oleadas durante los siguientes siglos, volviendo una y otra vez a
derribar imperios y a acabar dinastías donde atacaba. Tomó
como víctima a una serie de estirpes notables --los duques italianos, los
"shogunes" japoneses, los
reyes birmanos y los príncipes etíopes--, y en cuanto a la gente común, los
cementerios en todo el mundo se llenaron hasta rebosar. Eventualmente los cadáveres eran botados
fuera de las ciudades, sin ceremonia alguna.
[El libro
clásico sobre el efecto de las epidemias en los acontecimientos históricos es Rats,
Lice and History (Las ratas, los piojos y la historia), de Hans
Zinsser, un médico bacteriólogo y epidemiólogo, que lo describió como "una
biografía de la fiebre tifoidea".
Uno mucho más reciente es Guns, Germs and Steel (Las armas de
fuego, los gérmenes y el acero), de Jared Diamond.]
Aquellos que sobrevivían
quedaban marcados, con cicatrices amplias y profundas. [Las depresiones en la piel dejadas por la
viruela son "cacarañas", y
"cacarañada" se dice de la
superficie estropeada de esa manera, en frases como "rostro
cacarañado". La varicela es mil
veces más benigna, pero cuando afecta a quienes ya no son niños la erupción en
el rostro es tan intensa que se siente como si lo hubiera picado a uno un
enjambre de abejas, y quedan marcas que eventualmente desaparecen. A mí me dio cuando tenía unos 21 años. Hubo un intervalo de 10 horas de un dolor tan
insoportable en el rostro que pensé en el suicidio, que habría sido cortando
venas con una cuchilla de afeitar. A un
primo que me vio en esos días, un niño de unos 8 años de edad y que creo fue
quien me infectó, le oí decir que mi rostro parecía una mazorca. No sé si fue que no se me vacunó o si en ese
caso es necesario meses o años después un "refuerzo" que no recibí.] Para algunos, terminar sus días
desfigurados era peor que una muerte temprana. En 1.562, cuando la Reina Isabel I tenía 29
años, le fue diagnosticada la infección de la viruela y pronto entró en
coma. Cuando despertó quedó conmocionada
por las pústulas en su rostro. Era un
golpe a su vanidad, especialmente porque toda su vida había rivalizado con su
prima, la hermosa María Estuardo, Reina de Escocia. Su médico calmó sus temores y le recordó
amablemente que debía estar agradecida de seguir con vida. Isabel permaneció encerrada hasta que sus
cicatrices desaparecieron, otros nunca salieron de su encierro. [La Reina Isabel usaba una capa gruesa de
polvo cosmético para disimular las cicatrices.]
Los monasterios cristianos se convirtieron en refugios habituales
para las mujeres europeas cuya belleza y futuro habían sido destruidos por la
enfermedad.
No sólo en Europa,
sino también alrededor del mundo, las víctimas eran relegadas por sus
cicatrices. [Otra vez habla el
primero de los sobrevivientes:] "En
muchas culturas orientales es tu karma lo que atrae la mala suerte. Tenía las cicatrices en mi cuerpo y era
señalado como un muchacho que tenía mala suerte. Tal vez fue porque había hecho algo malo en
mi vida pasada que sufrí de viruela y no creo que nadie se ponga a cuestionar a
los dioses y diosas por lo que hacen o dejan de hacer ."
Se dice que en la
India existen tantos dioses como personas.
Aquí cada faceta de la vida cotidiana parece conectada a la religión,
cada [aquí dos palabras incomprensibles] invoca a las divinidades. India es la segunda nación más poblada del
mundo y es un lugar de cría perfecto para la viruela. Fue uno de los países que más sufrieron con
la enfermedad. Ante las desgracias de la
vida muchos han encontrado apoyo en la antigua sabiduría: los Vedas, los Upanishads,
los rituales y plegarias, los Jare Crichnas [Hare Krishnas] en
sus templos, los musulmanes que se reúnen en las mezquitas para las plegarias
de la mañana, y estos hindúes, quienes rinden honores al [Río] Ganges
todas las tardes. En la tierra de los
dioses muchos han visto también a la viruela como un dios.
[Ajmed:] "Los musulmanes creen que es una enfermedad como cualquier otra,
los cristianos creen que es una enfermedad como cualquier otra, pero los
hindúes no creen que sea una enfermedad: es una diosa." …una diosa vengadora, temida y adorada. Es la esposa de Shiva, el Destructor,
su nombre Shitala Mata, y la gente de la India ora para apaciguarla. Shitala puede traer consigo una muerte
horrible, o el refrescante alivio de la curación. Cada año los hindúes hacen peregrinajes a
templos como éste para apaciguarla. Es
una diosa que nadie quiere hacer enojar.
[Ajmed:] "Si intentas
tratar la enfermedad la devi, la diosa, se enojará contigo, y matará al
paciente, así que no intentes tratar al paciente o hacer algo. Sólo debes adorarla en algún
templo." A través de los siglos se
ha desarrollado muchos rituales para honrar a Shitala, porque así como
trae la enfermedad también se la puede llevar.
[Habiendo
desaparecido el mal, se sigue venerando a esa diosa, que no fue la única deidad
vinculada a la viruela. También las hubo
en el Africa y en la China.]

En un peregrinaje
religioso con sus padres en India, Raj Ramaya contrajo la viruela cuando
tenía 7 años. "Contraje la viruela
en 1.947. Los religiosos dijeron a mis
padres que la ira de la diosa de la viruela era muy grande en esta región:
'Sería mejor llevar a su niño a otra donde la diosa tenga más piedad con aquellos
que enferman de viruela.' Así que me
llevaron en tren, un viaje en tren de 15 horas por la noche. Me habían cubierto para que nadie pudiera
verme ya que no querían que otras personas se dieran cuenta de que yo tenía
viruela. Tenía muchas costras pequeñas
por todo el cuerpo, miles y miles de costras.
Pusieron un manojo de hojas de mim [?] entre mi cabeza y
la almohada. El olor de ellas mantenía a
los insectos alejados. Cambiaban las
hojas a diario y me bañaban dos veces al día.
Las costras empezaron a caer como cuando están limpiando cacahuetes [maní]
y la cubierta externa cae. Así es
como me veía. Todos los días era llevado
al pequeño templo de Chitala [así pronunció el narrador el nombre de la
diosa] para las plegarias y para asegurarnos de que estaban haciendo
suficientes ofrendas a la diosa para que sobreviviera y no muriera de eso, y me
llevaban de vuelta a casa o me bañaban en el río. Esa era la rutina diaria, y aún continúa. En muchos de los poblados todavía hay templos
para la diosa Chitala, y la gente aún reza como señal de respeto por la diosa
de la viruela. Yo creo en los poderes de
Chitala, claro que sí, y le atribuyo a mi diosa de la viruela el ser piadosa y
permitirme sobrevivir."
…pero la diosa puede
ser cruel. La viruela parece atacar a
los más pequeños y débiles, aquellos que nunca estuvieron en contacto con el
virus, nunca desarrollaron una inmunidad.
No tienen defensas, son presa fácil, y eso fue lo que le sucedió a toda
una civilización en el Nuevo Mundo, los nativos de Norte y Suramérica. […y, ¿qué de Centroamérica (pero sí se la
menciona luego), y acaso eran todos los amerindios una única cultura, más bien
que gente en todas las etapas del desarrollo social, desde indios
"flecheros" caníbales como los caribe hasta civilizaciones con
astrónomos y matemáticos? Ademas en el
caso de los aztecas estuvo el hecho de que sus vecinos, que los rodeaban por
todos lados, eran enemigos desesperados por su ferocidad --sacrificaban
a miles de prisioneros de guerra para apaciguar a sus dioses--, y
entonces se apresuraron a aliarse con los invasores, como queda registrado en
la crónica de Bernal Díaz del Castillo, uno de los soldados de Cortez. Sin esa ayuda la pequeña banda de saqueadores
llegados de ultramar y su religión intolerante pronto habrían desaparecido
luego de la llamada Noche Triste, cuando difícilmente lograron huir de la
capital azteca, habiendo hecho una masacre aleve entre quienes tan amablemente
los habían recibido.] A comienzos
del siglo XVI los conquistadores españoles llegaron a Suramérica: Cortez,
Pizarro. Marcharon con sus hombres a
través de una nueva tierra en busca de oro y gloria, pero no fueron sus armas
ni sus caballos lo que aseguró el triunfo.
La viruela fue su mejor arma, y la enfermedad que trajeron con ellos
cambió el equilibrio de poder general ["la
correlación de fuerzas", en la jerga marxista] para siempre.
Cortez tenía sólo 600
hombres, Pizarro 200. Eran pequeños
ejércitos luchando contra una población de millones, y así, frente a ellos, las
gloriosas civilizaciones india y azteca se derrumbaron hasta sus cimientos:
millones de incas y aztecas, un tercio de la población de Venezuela. Sólo en Méjico el número de habitantes
descendió de 25 millones a menos de tres millones. En cuestión de cien años la viruela y la
crueldad de los conquistadores redujeron la población de nativos de América
Central y del Sur en un aterrador 90 por ciento. [¿Acaso no se tiene también una cifra,
aunque sea aproximada, para Norteamérica? Lo mismo hicieron con los
bisontes. Se estima que había unos 20 a
30 millones, número que la caza incontrolada redujo a apenas 1.091 en
1.899. Su población se fue recuperando y
ahora son unos 500 mil, pero la mayoría no es ya pura sino un cruce con ganado
vacuno y se la cría en granjas por su carne.
Menos de 30 mil son de manadas cuyo propósito es conservar la pureza de
la especie y menos de 5 mil deambulan libremente.]
A los conquistadores,
con su arrogancia y fervor religioso, les parecía como si Dios mismo hubiera
bendecido su misión. Jerónimo de
Mendieta, fraile en Méjico, escribió: "Acerca de las plagas que vemos
entre los indígenas no puedo menos que sentir que Dios nos está diciendo:
'Ustedes están apurándose a exterminar esta raza. Debo ayudarles a que lo hagan más rápido.'
"
[¿…y qué decían
los frailes durante el desastre de la peste bubónica en Europa?
Tampoco era una
única raza: había gente tanto de tipo mongoloide como de tipo caucasoide. No era gente que hubiera llegado únicamente
de Asia por el Estrecho de Bering.
Algunos provenían de Oceanía. Se
ha comprobado el origen múltiple de los habitantes precolombinos de
América. Lo hizo Paul Rivet, el
etnólogo, quien presentó pruebas lingüísticas y de otra índole en Los
orígenes del hombre americano (1.943).
Según su teoría, las migraciones desde Asia por el Estrecho de Bering
fueron muy posteriores a la primera, de seis milenios antes, proveniente de
Australia, que fue seguida de una de la Melanesia.]
La viruela también
arrasó con Norteamérica, eliminando poblaciones enteras. Los colonizadores europeos que ya tenían
inmunidad permanecían sanos mientras que los indígenas morían miserablemente,
una tribu tras otra. Una vez más los
sobrevivientes lo tomaron como una señal de Dios. En 1.634 el Gobernador John Winthrop, de la
colonia de Massachusetts, anotó que la mayoría de las tribus de la región
estaban devastadas: "Los nativos están a punto de morir [todos] de
viruela. Así el Señor ha asignado la
propiedad de lo que poseemos."
Era sólo cuestión de
tiempo antes de que alguien pensara en usar la viruela como arma biológica. [Este
pasaje justifica seleccionar como el próximo tema un caso infame de guerra
biológica: la bomba de pulgas con la peste bubónica que idearon los japoneses
durante la II Guerra Mundial.] Su
nombre: Sir Jeoffrey Amherst. Cuando los
indígenas otaua [Ottawa] amenazaron sus fuertes británicos en
1.763 éste comandante en jefe envió una carta al Coronel Henry Boucaine [ortografía
incierta de éste nombre; el narrador lo pronuncia como "buquéin"]. "¿No sería posible ingeniar la manera de
enviar viruelas a tribus no infectadas?
En esta ocasión debemos usar cualquier estrategia en nuestro poder para
someterlos." La respuesta de
Boucaine selló su sitio en la historia: "Trataré de infectarlos con
algunas cobijas que pueda conseguir y teniendo el cuidado de no
infectarme." El mismo destino fatal
cayó sobre los indígenas de toda Norteamérica.
Eran poblaciones vírgenes. No tenían defensas.
En los albores del
siglo XVIII Europa no estaba mejor. Una
nueva oleada de viruela atacó todo el continente. Aun más funesta que antes, se coló en las
nuevas ciudades y atacó a las familias reales.
Luis XV de Francia, la Reina María II de Inglaterra, el Archiduque
Carlos José de Austria: todos ellos cayeron.
Los Estuardo [Stuart], los Habsburgo…una a una, las
familias gobernantes de Europa fueron cayendo en desgracia [como ahora las
del Africa ecuatorial ante el VIH].
Pedro II, nieto de Pedro el Grande [el zar que occidentalizó Rusia
forzosamente], fue comprometido en matrimonio con Catalina Dolgorukova en
enero de 1.730, cuando él enfermó de viruela.
Mientras los nobles se reunían para el matrimonio él cayó en coma, pero
la familia Dolgorukova no quería que su oportunidad de
grandeza se esfumara. En su
desesperación acostaron a su hija al lado de Pedro mientras él moría, esperando
que el matrimonio fuera consumado, pero no funcionó. Pedro murió y la viril dinastía Romanov
pereció con él. [No: el último zar,
Nicolás II, ejecutado por los bolcheviques, fue también un Romanov. Lo que pasó al morir Pedro II fue que se
interrumpió la sucesión masculina directa.
Lo sustituyó en el trono Ana Ivanovna, hija de Iván V, corregente y
medio hermano de Pedro el Grande. Los
Romanov fueron la segunda y última dinastía imperial rusa y su período va de
1.613 a 1.917.]
Tanto para la nobleza
como para la plebe la viruela era una enfermedad misteriosa y aterradora que
parecía salir de cualquier parte.
Alrededor del mundo la gente acudía a diferentes remedios y
supersticiones. Durante siglos se creyó
que el color rojo poseía un poderoso poder terapéutico en las víctimas de la
viruela. Los pacientes japoneses eran
bañados en sake [la bebida alcohólica hecha con arroz] y fríjoles
y alojados en habitaciones con luz roja y tela roja.En Africa el color rojo era
asociado con la furia del dios de la viruela, Shambona [o pude haber
oído mal y puede que hayan dicho "Sopona", el dios de la
religión yoruba]. La reina de
Inglaterra, Isabel I, fue envuelta en sábanas rojas por su doctor.
[Maximiliano
Hernández Martínez, el dictador salvadoreño, prefería el color azul para esos
casos. Durante una epidemia de viruela
mandó forrar con papel azul los faroles del alumbrado público de las
plazas. Esto está relacionado con sus
creencias teosóficas. Terminó viviendo
en el exilio en Miami. Ahí lo encontró
una tía mía que iba hacia la ciudad de Nueva York en 1.948 a trabajar de secretaria bilingüe, a quien
sacó de un apuro. Ella llevaba todo su
dinero en un cheque en dólares que no encontraba donde cambiar y él se lo
cambió.
Si se
encontraron fue porque él tenía correspondencia con mi abuelo y padre de ella,
Ramón Martínez Rodríguez, que había traído la teosofía a Colombia, habiéndola
descubierto en Costa Rica, a donde había ido a dar huyendo de las persecuciones
políticas luego de la Guerra de los Mil Días (la guerra civil entre conservadores
y liberales (estos aliados con una facción conservadora disidente) [1.899-1.901]),
y de donde pasó a Nicaragua, donde conoció a mi abuela.
Lo que la
historia más destaca del gobierno de Hernández Martínez es una masacre de unos
25 mil indígenas en 1.932. Mi tía
(Q.E.P.D.) me contó que él se quejaba diciendo que estaban acabando con todo lo
que él había hecho, y que le aseguró que no fue él quien dio la orden de
disparar. Eventualmente, cuando se
inicie una serie de transcripciones sobre temas de religión, habrá que regresar
a éste asunto.]
…pero no había
cura. El único método de tratamiento era
la prevención: prepararse contra la enfermedad antes de que esta atacara. Uno de los más ingeniosos ejemplos puede
encontrarse en el siglo XI, en China. A
los niños les daban costras de viruela para que se las colocaran en sus fosas
nasales. Los chinos descubrieron que
exponer a los niños a las enfermedades de esta manera les proveía de una
inmunidad permanente. Se dice que esta
práctica, llamada "innoculación", empezó cuando un famoso primer
ministro, Uang Tang, perdió a todos sus hijos enfermos de viruela. Al ser privilegiado con otro hijo más
adelante se consultó a una monja budista del Tíbet. Con la inoculación el niño sobrevivió y la
monja fue adorada como una diosa de la caridad, una diosa de la viruela.
Durante los
siguientes siglos se difundieron diferentes métodos de inoculación por Asia, a
través del Mediterráneo, llegando hasta Africa Occidental. En 1.706 un esclavo africano iniciaría la
etapa del siguiente episodio importante en el conflicto entre la viruela y sus
víctimas. [Uno de los primeros dos
médicos:] "Hubo un brote en
Boston y Cotton Mather [?], quien se desempeñaba como pastor y también como
científico notó que entre los negros era menor el contagio que entre los
blancos. Al investigar encontró que los
esclavos se inoculaban mutuamente con el brote, y así la viruela los infectaba
menos."
Mather descubrió que
esta práctica de frotar una pequeña cantidad de la enfermedad en la sangre
había estado en práctica durante cientos de años. Los labriegos griegos, los campesinos
asiáticos, todos sabían de ella. Sólo
era desconocida en Occidente, pero cuando Mather intentó difundir la costumbre
fue detenido rápidamente por las autoridades.
Fue tachado de "incivilizado" y "sucio". La inoculación, la mejor manera de detener la
viruela, fue rechazada por la mayoría de los médicos occidentales, y los líderes
religiosos creían que era algo incorrecto cambiar los deseos de Dios al
prevenir la enfermedad. Aun cuando la
viruela continuaba difundiéndose la inoculación seguía prohibida en
Europa. Los doctores se oponían a la
práctica. Gobiernos enteros la rechazaban.
Se necesitó de una
valiente dama de la alta sociedad londinense para desafiar a la medicina, una
profesión masculina, y la manera como veía la inoculación. Mary Workeley Montagu, la esposa del
embajador británico en Turquía, aprendió la práctica en 1.717 de unas ancianas
en Constantinopla. Ella había sido
desfigurada por la viruela y juró que sus hijos no sufrirían el mismo
destino. En 1.721 regresó de Turquía y
convenció a su amiga íntima, la Reina Carolina de Inglaterra, de inocular a los
niños de palacio. El amparo real hizo
que el procedimiento se convirtiera en algo respetable. Poco a poco el tabú fue olvidado.
Tuvo que transcurrir
mucho tiempo para que se entendiera cabalmente las implicaciones de la idea de
María Montague. En 1.796 un doctor
inglés llamado Edward Jenner sospechaba que las lecheras podían ser inmunes a
la viruela luego de contraer una enfermedad más leve: la viruela vacuna. Observó que ese mal del ganado vacuno
producía síntomas menores pero podía tal vez hacer que una persona fuera inmune
permanentemente al virus de la viruela, siendo éste mortal. Hizo un experimento peligroso: obtuvo una
muestra de la viruela vacuna de la mano de la lechera Sarah Nelmes y se la
inyectó a un muchacho llamado James Phipps.
Semanas después le administró una dosis de viruela al muchacho y
esperó. El niño no contrajo la
enfermedad. La primera vacuna del mundo había
sido un éxito. [Se puede pensar
inicialmente que esto es falso, por todo lo ya dicho, pero a continuación se
aclara que "inocular" y "vacunar" no son lo mismo en el
caso de la viruela.] Los hizo
famosos a todos, incluso hasta a la vaca.
[Puede que suceda lo mismo con
Rosita Isa, la vaca de la transcripción agregada aquí hace apenas dos días.]
[Uno de los
primeros dos médicos:] "La relación entre la inoculación y la
vacunación es muy interesante porque la primera usa el virus de la viruela, en
cambio la vacunación usa un virus diferente."
Tomando el
conocimiento de siglos la vacunación de Jenner fue el momento decisivo en una
batalla que duró miles de años.
Alrededor de 1.800, armados con vacunas, los doctores hacían sus
primeras incursiones contra la viruela, pero esta es una enfermedad que no se
retira sin dar la pelea. Un extraño caso
en Canadá demostró lo potente que es. En
1.854 unos trabajadores estaban excavando en un cementerio en Quebec cuando
ocurrió un brote de viruela. El virus,
que había estado enterrado con sus víctimas hacía casi 150 años aún era tan
virulento como para iniciar una epidemia severa. Es la mayor prueba de la indestructibilidad
de la viruela [o más bien su cuasiindestructibilidad porque no creo que los
arqueólogos, habiendo transcurrido tres
milenios, hayan tenido nada que temer cuando tocaron la momia antedicha]. Aun después de matar a sus víctimas el virus
permanece vivo. Estaba claro que las
medidas a medias no podían contra la enfermedad. [Asusta mucho la posibilidad de que en alguno de los
miles de sitios donde están enterradas las millones de víctimas un sismo o una inundación
saque el microorganismo a la superficie y se presente una pandemia, en una
época en la que ya no vacunan a (casi) nadie contra ese mal. ¿No será posible que el agua se percole y lo
arrastre hasta depósitos (la capa freática) o corrientes de agua subterranea
que estén siendo usados para consumo humano?
El Dr. Siegel, que fue quien me dio autorización para incluir la foto
del templo hindú, me aseguró que las probabilidades de que un desastre natural
libere el virus son ínfimas, y mucho mayores las de que lo hagan seres humanos,
ya sea con malas intenciones o por un descuido en un laboratorio, pero a mí no
me tranquiliza eso y le dije que quedaría más tranquilo si existiera un mapa
con todos los lugares donde hay víctimas de la viruela enterradas.]
Para comienzos del
siglo XX el mundo reconoció que el método de Jenner era el mejor para prevenir
la viruela, pero los científicos aún intentaban hacer que la vacuna estuviera
disponible para todo el mundo. Al
comienzo llevaban las vacas de puerta en puerta [me perdonan si esto me
pareció un poco cómico], luego desarrollaron una refinada producción en
masa de las vacunas liofilizadas [también liofilizan el café para elaborar
el instantáneo]. En los años
siguientes a la II Guerra Mundial la vacunación de Jenner se volvió común
alrededor del mundo. En las escuelas,
los hospitales y las barracas militares la gente desnudaba el brazo al pinchazo
de la aguja, un momento de dolor a cambio de años de inmunidad. A medida que la vacuna avanzaba hacia los más
alejados rincones del planeta los doctores empezaron a preguntarse si los días
de éste flagelo al fin estaban contados.
[Uno de dichos
médicos:] "La idea de erradicar una enfermedad es muy
potente porque si puedes lograrlo significa hacer algo una sola vez en la
historia del mundo, y se acabó."
Ello representaría una increíble muestra de unidad internacional. A mediados de los años 60, a pesar de que el
mundo estaba dividido por la Guerra Fría, casi todas las naciones se reunieron
en la Organización Mundial de la Salud confiando en una misión común: destruir
la viruela.
El Dr. D.A. Henderson
era el director de la campaña de la O.M.S. para la erradicación de la
viruela. "Había una excelente
vacuna que protegía con una sola inoculación [pero aquí está cometiendo el
error que ya conocemos, de confundir la vacunación con la inoculación en el
caso de la viruela], y los individuos que tenían la enfermedad y podían
contagiarla tenían salpullido. Nosotros
podíamos decir donde estaba. Sabíamos
que cualquier caso había estado en contacto con otro. Lo que hacíamos era rastrearlo, vacunar allí
y prevenir la enfermedad." Así
comenzó uno de los capítulos más sobresalientes en la historia médica. "Para mí la mejor parte fue el
principio, cuando teníamos la idea de que esto era posible, y después, si realmente
creías en esto, lo demás era desarrollar el plan."
Los funcionarios
médicos como el Dr. William Foege salieron a recorrer el mundo para luchar
contra la enfermedad. Desde Burundi
hasta Bangladés miles de voluntarios y profesionales del sector de la salud
viajaron a los últimos andurriales del mundo.
Su meta: vacunar a todos en el planeta.
En su camino encontraron miedo, oposición, y hasta hostilidad
explícita. Algunos se vieron
involucrados en revoluciones de grandes proporciones. En Etiopía sus helicópteros médicos fueron
atacados por ambos bandos, y un piloto, William Bogg [?], fue capturado,
secuestrado y detenido por los rebeldes a cambio de un rescate, pero uno de los
mayores desafíos vino un año después, cuando el equipo de la O.M.S. dedujo que
una vacunación universal nunca sería posible.
Necesitaban una nueva
estrategia: "Entonces empezamos con el concepto de hacer vacunaciones en
masa. Luego también descubrimos que si
uno iba a un poblado y hacía vacunaciones masivas lo sorprendería un par de
casos dos semanas después, y tuvimos que preguntarnos si no habría una mejor
manera de hacerlo." Desarrollaron
una nueva táctica: contener por vigilancia.
Se basaba en encontrar la enfermedad y proteger a la gente en
riesgo. "…y empezamos a buscar
aldea por aldea. Ibamos a una,
hablábamos con el jefe y lo que aprendimos fue que la gente no le dice a uno
mucho, pero luego comenzamos a ir a las escuelas, donde mostrábamos la foto de
un niño con viruela y preguntábamos: '¿Alguien ha visto algo así?' Los niños voluntariamente le decían a uno
donde estaba. Ese fue un buen recurso,
pero luego vimos que había una mejor manera de obtener información, y era ir a
cada casa y preguntar: no sólo al jefe de la aldea, o ir a la escuela, sino ir
de casa en casa." De un poblado a
otro los voluntarios fueron de puerta en puerta buscando signos de la
viruela. Doce, catorce, dieciséis horas
al día localizaban los brotes siguiendo las pistas más insignificantes, y cada
vez que aparecía el virus lo rodeaban, vacunando a todo aquel que estuviera en
su camino para quitarle su provisión de víctimas. Esta nueva estrategia funcionó. Para inicios de los años 70 la viruela había
sido erradicada de casi todas las partes del planeta.
"El país más
difícil donde trabajar fue India, simplemente por la densidad de población y la
cantidad de viruela que había en todo el país." Los trabajadores de la O.M.S. se prepararon
para lo que pensaron serían unos 500 casos por semana en cada estado de la
India. La realidad resultó mucho
peor. En un momento se informó de 11 mil
víctimas en un estado en una semana.
Esto fue veinte veces más de lo que habían anticipado. Los miembros de la campaña luchaban bajo la
arremetida. "…y encontramos que en
la India la viruela se contagiaba más rápido de lo que la podíamos
detener. No sabíamos que hacer. Manteníamos a los pacientes en el poblado, y
finalmente ofrecimos dinero. Ofrecimos
una recompensa para aquel que nos señalara un caso de viruela. Encontramos un porcentaje mucho mayor de gente
que conocía la recompensa que del que conocía el nombre del primer ministro de
India [aquí, más de un decenio después, mientras digitaba, topé con éste
comentario de esa época: "me hizo reir ahora transcribiendo un mes después
(22/7/01) y no sé si pasó lo mismo viendo el programa"], y cuando uno
llega a ese punto ya no puede ocultar la viruela. La gente entregaría a su propia madre por
obtener la recompensa." [No sólo
es una expresión de las más gastadas sino que además es deliberadamente
despectiva, como si se estuviera diciendo que "estos pobretones rastreros
venden hasta a su madre".]
Increíblemente, a
esta estrategia le tomó menos de dos años tener éxito. Los miles de casos semanales fueron reducidos
a cero. El heróico trabajo de la gente
de la O.M.S. había dado sus frutos.
"En la década de los 70s si uno caminaba por una calle de una
ciudad grande en India veía a las personas con marcas. Ahora es un verdadero milagro regresar a
India y observar que nadie con menos de 20 o 25 años tiene marcas, y los
jóvenes no tienen ni idea de cómo era antes."
En 1.977 se informó
en Somalia del último caso de infección natural por viruela, Alí Maou Maalin [aparece
en el libro Guinness de los registros mundiales], empleado
hospitalario. Sobrevivió y en 1.980, luego
de miles de años y millones de víctimas, la O.M.S. anunció la erradicación
mundial de la viruela, la primera erradicación de una enfermedad en la
historia de la humanidad. [Ahora son
ya dos enfermedades infecciosas eliminadas, pero la otra, la morriña, en 2.011,
es del ámbito de la veterinaria, y la próxima será la poliomielitis, que ha
desaparecido casi íntegramente, excepto en unas pocas aldeas de difícil acceso
en la India y en Africa.]
El virus ya había
sido erradicado oficialmente, pero se necesitó de una última tragedia para
recordar a los científicos el poder letal de la viruela. El año: 1.978. El lugar: un laboratorio en Birmingham,
Inglaterra. Una joven fotógrafa médica
se encontraba haciendo su trabajo cuando fue atacada por una misteriosa
enfermedad. Un piso más abajo el Dr.
Henry Benson [?], microbiólogo, conducía experimentos sin
autorización con la viruela. Inodora, invisible,
una diminuta cantidad fue liberada.
Viajó por los conductos de la ventilación. Un piso más arriba Janet Parker no tenía idea
de lo que sucedía, pero los horribles síntomas aparecerían luego de unos días.
Un mes después había muerto la última víctima de la viruela en el mundo. El Dr. Benson, abrumado por los sentimientos
de culpa, se cortó el cuello antes de que Janet Parker muriera.
Luego de ese horrible
accidente los gobiernos alrededor del mundo votaron a favor de la entrega de
todas las muestras restantes a la O.M.S.
Hoy en día se cree que sólo quedan dos depósitos de viruela en el mundo [miles
y miles, en realidad, a pocos centímetros de la superficie de la tierra, donde
yacen todas las víctimas, esperando a que algo las remueva --un sismo,
una inundación (en Colombia ha habido casos en los que el agua en los pueblitos
ha sacado los ataúdes, que quedan flotando por ahí), el impacto de un aerolito
o una explosión durante una guerra--,
y que el viento o las aguas diseminen el virus, o que alguien excave
imprudentemente, como en el episodio ya mencionado]: en el Centro Para el
Control de Enfermedades en los Estados Unidos y Vector, en Rusia. El virus de la viruela ha estado esperando en
la celda de los condenados a muerte, programado para ser destruido durante los
últimos 20 años. Los científicos del
mundo lo han perdonado cinco veces [y los demás lo perdonaban cada
vez que enterraban el cadáver de la víctima en vez de incinerarlo],
pero éste virus, responsable por tantas muertes, está ahora condenado a la
destrucción en el año 2.002 [pero solamente en la superficie del planeta,
que siguió luego impregnado del mismo por todas partes, suponiendo que en esa
ocasión sí decidieron destruirlo definitivamente]. Será la primera vez que una especie biológica
sea extinguida deliberadamente. En un
viraje del Destino, la humanidad tiene ahora el futuro de la viruela en sus
manos, pero muchos científicos creen que es un error, un peligroso error, la
destrucción de un peligroso recurso.
Creen que la información almacenada en el ADN de la viruela puede ayudar
en la lucha contra otros virus, desde el V.I.H. [el del S.I.D.A.] hasta
el Ebola [tema del tercer capítulo de la serie, que, o no fue visto en
nuestro medio, o no pude ver por alguna razón que no recuerdo].
¿Qué podremos
aprender de la viruela acerca de la transmisión de los virus? ¿Cómo atacan los sistemas inmunológicos? ¿Cómo pasan de una especie a otra? Aunque los científicos han establecido la
secuencia molecular del ADN de varias cepas de Variola major y han hecho
los mapas de los genomas [ya se explicó
éste término en transcripciones anteriores] algunos creen que no es
suficiente. Piensan que para estudiar
como funciona la viruela se necesita el virus completo, no sólo una secuencia.
Para estos
investigadores acabar con la viruela ahora significa quemar importante
información científica para siempre [falso: bastaría luego con ir a uno de
los miles de cementerios con una víctima enterrada para recuperar la
información, para lo que habría un plazo que tal vez sea de siglos], unos
descubrimientos que ofrecerían la posibilidad de mejorar realmente la salud
humana, pero un grupo en aumento de científicos se encuentra haciendo una
campaña para demorar, quizá en forma indefinida, la destrucción del virus de la
viruela por una razón más urgente. Creen
que la idea de destruir las últimas muestras de viruela no tiene sentido. Están convencidos de que estas últimas dos
reservas de viruela no son las últimas después de todo. En 1.980 todos los países fueron llamados a
entregar sus muestras de viruela a la O.M.S., pero hoy nadie está seguro de
quien cumplió con esto y quien no: "Es posible que uno o más países hayan
retenido el virus de la viruela a pesar de tener esa orden y haber firmado un
documento, y no hay manera de que podamos saberlo, porque el virus de la
viruela estaría en un pequeño tubo.
Sería sólo del tamaño de un dedo, y estaría congelado a bajas
temperaturas. Existen congeladores alrededor
de todo el mundo y no hay manera de que alguien inspeccione todos esos
laboratorios, así que hemos especulado que hay un grupo de países, como Corea
del Norte, Irak, Irán [Sadam Juséin fue ahorcado], Libia [no hace
mucho Gadafi fue derrocado y asesinado], Siria [en guerra civil desde
hace más de dos años, y son ya unos 90 mil muertos según la O.N.U., y algunos
expertos dicen que es inevitable ya un cambio de régimen ahí también, pero
últimamente se ha informado que el dictador sirio se está recuperando…en
momentos en que la Unión Europea ha decidido suprimir (hace apenas 4 días) el
embargo de armas que afectaba a los rebeldes sirios, dando un plazo de dos
meses, hasta agosto 1, para que se logre un acuerdo de paz (Rusia, que
simpatiza con el dictador, afirma que la decisión europea dificulta eso), y de
lo contrario luego sí dejará en libertad a sus 27 miembros para apoyar el envío
de armas u oponerse al mismo, a todo lo cual ha dicho un jefe rebelde que
agradece la decisión porque la falta de municiones es lo que detiene su avance,
pero que eso debió hacerse hace mucho tiempo y que todos los días siguen
muriendo sirios], India, Paquistán, que han podido estar experimentando en
cierto grado con la viruela."
Algunos países, como
la antigua Unión Soviética, se estaban aprovisionando de nuevos inventarios del
virus hasta 1.990. "Esta cantidad
era de unas 20 toneladas. [¡¿Veinte
toneladas de virus?! Tiene que haber un
error ahí en la traducción. ¿No será
galones o litros más bien?] Yo
supervisaría ese trabajo."
[Ahora viene una
escena con el que acaba de hablar:] "Hola, mi nombre es Ken Alibek. ¿Puedo hablar con el Congresista
Weldon?"
Hoy el desertor ruso
Ken Alibek es consultor de estrategia de defensa biológica en los Estados
Unidos. Hace una década era científico
en jefe en Vector, Siberia. "En
1.987 me convertí en uno de los líderes científicos del programa para
desarrollar armas biológicas en la Unión Soviética, y en la unidad de Vector
desarrollábamos las armas biológicas, incluyendo la de la viruela, que era uno
de mis proyectos." Los expertos
temen que las existencias de 20 toneladas de Rusia no estén completas. Las naciones bélicas necesitan obtener sólo
una pequeña cantidad del virus para producir en masa un arsenal de armas de
viruela. [Es por eso que lo de las
toneladas suena extravagante.]
"Los problemas
más difíciles que tenemos con las armas biológicas es que pueden ser llevadas a
través de las fronteras. Sólo se
necesita de pequeñas cantidades para causar un inmenso daño. No podemos identificarlas en una maleta. Pueden ser llevadas rápidamente de un lugar a
otro."
[Ahora otro
experto:] "Para algunos países sería tentador tener éste
virus almacenado porque sabemos que toda la población del mundo es
vulnerable. Nadie está vacunado contra
el virus [excepto los miembros del Ejército de los Estados Unidos]. Esta arma sería increíblemente poderosa y no
tenemos ninguna protección."
[…y otro:] "En un suceso biológico no se sabría que pasó. Es silencioso. Se colaría por una ciudad, sin sabor, sin
olor, invisible. Hay un período de dos
semanas antes de enfermarse [el "período de incubación"], y
después de tres o cuatro semanas no habría vacunas. No serviría nada: ni trajes especiales, ni
instrumentos de descontaminación."
Los científicos creen
que no existe un peligro biológico peor que la viruela. Los expertos dicen que se tardaría entre
cuatro y cinco años para producir las vacunas necesarias para inocular una sola
nación. Los expertos en terrorismo
internacional urgen desde hace cinco años la creación de una provisión de
vacuna contra la viruela. La
consideraron como la prioridad principal, pero se ha progresado poco. [Uno de los expertos:] "Una pequeña liberación de viruela
sería catastrófica."
¿Qué tan difícil
sería hacer de la viruela un arma, y quién sería tan loco o tan diabólico como
para crearla? "Existe gente que
está dispuesta a hacer cualquier cosa por lograr un objetivo que tal vez no
entendamos. Por consiguiente yo concluyo
que muchos usarían la viruela como un agente de guerra si estuviera
disponible." [Este es otro, no
el mismo que acaba de hablar:] "Algunas
organizaciones terroristas saben que éste virus es muy efectivo, y podría ser
usado en sus ataques. Durante los
siguientes diez años habrá por lo menos un episodio. Está aumentando la certeza de que hay
individuos que van a usar armas biológicas en algún momento." [Otro:]
"No existe nada más que podamos hacer fuera de presionar con la
comunidad mundial para que esos países las destruyan, y si alguno de ellos
atacara con el virus cometería uno de los grandes crímenes contra la
humanidad."
…y así la pesadilla
del pasado ha regresado. El Gran Fuego
amenaza con arder de nuevo. Lo único
cierto es que aquellos que han visto a la viruela cara a cara no quieren volver
a hacerlo.
[Viene ahora lo
de las pulgas, como ya se anunció, luego otro capítulo de la serie "Plagas
- El fuego invisible", éste sobre el regreso de la tuberculosis con
cepas resistentes a todos los medicamentos, que es parte del nuevo fenómeno de las
llamadas "superbacterias" que tienen preocupado a la medicina, porque
nada puede hacer contra esas nuevas variedades tenaces.]
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